En la costa mediterránea española, al norte de la Comunidad Valenciana, encontrarás la costa de Castellón , con más de 120 kilómetros de costa y algunas de las playas más bonitas de la zona. Se la conoce popularmente como Costa del Azahar.
En total, tendrás 16 municipios costeros que conocer, algunos tan famosos como Benicàssim, Peñiscola, Oropesa del Mar, Alcossebre o Torreblanca (Torrenostra).

Castellón de la Plana tiene ocho Parques Naturales. Dos de ellos conservan espacios litorales vírgenes: el Parque Natural de la Sierra de Irta (con lugares costeros como Peñíscola y Alcalà de Xivert – Alcossebre) y el Parque Natural del Prat de Cabanes-Torreblanca . Muy recomendable (sobre todo para practicar submarinismo) es también la visita al Parque Natural y Reserva Marina de las Islas Columbretes.

DEPORTES NÁUTICOS

En los diversos clubes náuticos, escuelas náuticas y puertos deportivos de Castellón podrás practicar vela, submarinismo y piragüismo o alquilar motos acuáticas.

CONOCE EL INTERIOR
Aunque desde la playa no te lo parezca, Castellón es una zona muy montañosa. Merece la pena escaparse también al interior para conocer localidades medievales como Morella.

La Playa Torrenostra es una de las más queridas por los visitantes y lugareños que encuentran en ella el espacio idóneo para disfrutar de unos días de descanso en familia. La playa es lo suficientemente amplia, por lo que no habrá problema para buscar un hueco donde dejar la toalla. La extensión de su arenal es de 80 metros de anchura y 710 metros de longitud y su arena es de tonos dorados.

Esta playa ha sido certificada con la distinción de "Q" de Calidad Turística y el reconocimiento de la Bandera Azul de la Comunidad Europea, por la calidad de los servicios que ofrece y el buen mantenimiento del espacio. Entre la infraestructura de servicios que ofrece destacan los aseos, las duchas, la zona ajardinada con juegos infantiles, accesos adaptados a personas con movilidad reducida, pasarelas de acceso, alquiler de hamacas y sombrillas, alquiler de patinetes y los lavapiés, entre muchos otros. 

El Prat de Cabanes-Torreblanca, una albufera en avanzado proceso de colmatación, es un alargado humedal costero de fisonomía muy cambiante a lo largo del año. El paraje es un destacado refugio biogenético y un lugar objeto de bonificación y aprovechamientos extensivos (ganadería, agricultura, caza y pesca, extracción de turba, etc.), sin perder por ello el carácter anfibio. En 1988 el Prat fue declarado paraje natural (812 ha) -y reclasificado en 1994 como parque natural-, una decisión que reconoce este "gran legado botánico, faunístico y geomorfológico" (M. A. Gómez-Serrano et al, 2001, 114) que compone un caracterizado paisaje del litoral mediterráneo. En la periferia del parque, existe una creciente presión urbanística.